La paternidad ausente

Ser hijo putativo, por propia elección, de padre ausente aunque con presencia permanente es, cuando menos, un poco esquizoide aunque tiene sus ventajas. Una de ellas es que el padre no te reprende y por tanto no hay necesidad de una agresivo–defensiva replica filial. Esta coyuntura permite al vástago escuchar al padre sin complejos de inferioridad o de incomprensión generacional eliminando el choque de egos mutuos que tiende a enturbiar las relaciones más directas y cotidianas; otra ventaja es que no hay necesidad, por parte de ambos, de demostraciones, más o menos rutinarias, del mutuo afecto y respeto que se profesan cuando los diferentes egos alcanzan la ascesis del amor y comprenden la razón de ser de cada uno en el otro. Tiene una gran desventaja, no hay forma de contrastar los logros filiales y por tanto la recompensa paterna del reconocimiento al esfuerzo permanece tan ausente como el padre. Claro que si el padre ejerce de forma permanente su presencia a través de escritos pensamientos, narrados mundos, poéticas emociones y periodísticas opiniones el hijo es capaz de medir sus propios avances y sentir su aprobación cuando descubre en las múltiples facetas paternales sus propios pensamientos enunciados en las palabras de los escritos que del otro llegan hasta él.

Esta relación está presente en cualquier individuo que entienda la cultura como su verdadera naturaleza, una naturaleza que abarca desde la política a la pintura, desde el cine a la arquitectura, la danza, el teatro, la cocina o el humor, y no como condición sine qua non para poder definirse como civilizado si no como la única vía real para poder entenderse en y entender la civilización.

Pocos hijos putativos, intelectualmente hablando, han tenido la suerte de disfrutar de un padre tan abarcador, tan versátil, tan comprometido, tan ubicuamente presente como Manuel Vázquez Montalbán del que me confieso hijo poco aventajado pero enormemente agradecido. Lo cual me conduce a la razón de ser de ésta y las futuras entradas que irán construyendo este blog: mostrar mi rendido agradecimiento a ese padre que nunca supo que lo era pero que cuidó de mí como si formase parte del paisaje que diariamente alimentaba mi cotidianidad hasta el día de su muerte e incluso ahora.

Desde aquí intentaré mostrar sus escritos desde mi visión personal ya que del impacto cultural que han tenido en el último cuarto del pasado siglo y de su permanencia en el presente ya se han ocupado y ocupan gentes mucho más doctas y capaces que yo.

¡Gracias Manolo!

Algunos libros de Manuel Vázquez Montalbán de mi biblioteca